Una conversación reciente con mi nieto.
–¿Yayo, que haces escribiendo frente al ordenador?
–Juego a un juego que me gusta mucho.
–¿Cómo se llama ese juego?
–Escribir un poema.
–Y ¿cómo se juega?
–Poniendo unas palabras al lado de otras y viendo de qué se trata aquello.
–¿Puedo jugar contigo?
–Claro, para empezar, dime un color que te guste mucho.
–Verde.
–Y ahora una cosa que no tenga color.
–El aire.
–Mejor el viento, que es el aire en movimiento.
–Vale, mi jugada será verde viento. –Enseguida me preguntó –¿Yayo, he ganado o he perdido?
–Has ganado muchos puntos.
–¿Por qué?
–Pues mira, para saberlo debes entender lo que son las palabras. Además de ser nombres que las personas les damos a las cosas, son símbolos.
–Jo, yayo, ya estamos ¿Qué es un símbolo?
–Lo que se siente al escuchar una palabra pero que no es exactamente la imagen de la cosa que nombramos. Por ejemplo, si yo te digo la palabra mamá, tu enseguida has visto una imagen de tu madre ¿no?
–Sí. Quiero mucho a mi mami.
–Pues ese sentimiento que tienes de querer a la mamá, es parte de lo que la palabra madre, simbolizará siempre para ti. Por eso te he dicho que has ganado muchos puntos en el juego. Porque la palabra viento, además de ser este aire que resopla por las calles, contiene una emoción de cambios de un lugar a otro, y de un tiempo a otro también. Así, por los libros de estas estanterías, corre un viento de ideas escritas desde hace mucho tiempo atrás, hasta ahora mismo, y que seguirá, si los humanos no acabamos con la sociedad, hasta el futuro. De esta forma la palabra viento simboliza algo parecido a la emoción que se siente al oír la palabra cultura.
Entonces, mi nieto se quedó pensando. Parecía que había asimilado lo que le estaba explicando. Y al cabo de un tiempo, añadió:
–¿Por qué verde viento es ganar, y gris viento es perder puntos en el juego?
–Si tú vas a jugar a la pelota al parque ¿qué prefieres, el césped o el paseo de cemento?
–¡Qué bobada! El verde está más blandito y no hace daño.
–Porque el verde está vivo. Se seca y se muere en invierno, pero renace en primavera. El paseo es siempre gris. Está siempre muerto. Por eso el verde viento gana, porque es cultura viva. Aunque no hay que engañarse, también existe el gris viento, el de las ideas muertas y artificiales.
–Bueno, ya lo he pillado, pero dime yayo ¿cuál ha sido tu jugada?
–Azul música, verde viento y rojo oleaje.
–Seguro que has ganado muchos puntos ¿Jugamos al escondite?