Sobre el sofá después, más descansado,
siesta le solicitan manos blandas
que al sueño le convocan.
Ronca roncando va desenfrenado.
No por amores viejos apresado
volará soñador en propia cumbre,
de carcelaria y vana pesadumbre
en cuanto más dormido, más alado.
De alarma móvil no, ni avisadora
tonadilla, fue el sueño interrumpido;
sí del ruido salido
por vivas impaciencias
del cuarto del vecino con urgencias.
Durmió, y despierta al fin cuando los suaves
pitidos del mail marcan nueva entrada,
que digitales aves,
de asuntos o de spam que ver no agrada,
dejan en su carpeta,
que abre tumbado en la verde moqueta.