No quise juzgar mis actos, déjalo hacer.
Insistiendo en la desidia, cometí un error.
Aquello trajo consecuencias mortales
y la noche oscura del caos a mi interior.
Dolor por pérdida y razones ocultas
ahogados en un abismal lago sin sangre.
Hoy, una roca grita en la canción del día
y crea un sonido explosivo por simpatía.
La elevación de ese ruido en ecos vivos
compuesto por cristales vibrando al fin,
es la música natural que acuna insegura
los sueños que busco en mi caminar.
Ya no dejo de recorrer el áspero sendero
iluminado por la canción de la vida.
Mi oído es la guía en la selva sin sol,
veo por lo que oigo y siento placer.
Nunca volveré a la noche tras la luz
de mi amanecer a la estética musical.
Me alegra ese amanecer.
ResponderEliminarBesos.
Oh, he conseguido alegrarte.
Eliminar¡Qué alegría!
Besos.
Cuanto me alegran a mí también esos dos últimos versos.
ResponderEliminarTutti contenti
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