jueves, 19 de marzo de 2020
Promesas en firme
PROMESAS EN FIRME
(Concierto para violín Op.14, Samuel Barber)
Frente a la chimenea, una persona de mediana edad pero que aún da muestras de conservar el ímpetu de la juventud, repasa el cumplimiento en mayor o menor grado de las promesas que hizo a su padre frente a la tumba, el día de su entierro. "Yo no te olvidaré, jamás, jamás.", fue una de ellas. Cree que ahora puede sentirse orgulloso. Al menos esa la ha cumplido con creces. Repasa los momentos duros que le han tocado vivir desde el trágico suceso, y ve con satisfacción que aún en los peores, el recuerdo de su padre ha surgido con nitidez. Y se repite a sí mismo la frase varias veces, haciendo coro orquestal con su propio eco interior, "No, no te olvidaré, jamás, jamás."
Un rato más tarde, al abrir el viejo álbum fotográfico escucha con nitidez a su padre hablar. Exactamente así, con esa ternura me corregía cuando era niño, enseñándome las cosas importantes de la vida. La nostalgia puede ser un dolor agudo y saltar a nuestro espíritu desde los lugares más insospechados, de una foto, de un olor o de un sabor. La gran lección de la vida es ser capaces de transformar esa angustia por lo perdido, por una intensa sensación de bienestar al recordar vivamente la felicidad vivida, y hacerla presente en momentos de solitaria introspección.
La vida, con su enérgico rugir por necesidades y problemas, despierta a nuestro protagonista de sus ensoñaciones. Éste, antes que arredrarse por el desafío, se muestra decidido a saltar sobre las dificultades, pues ha comprendido que tiene una clara misión que cumplir. Tiene que emular a su padre y dejar en alguien una huella semejante, y que esa persona se prometa a sí misma que no le olvidará, jamás.
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Me ha gustado mucho lo que has escrito y me ha hecho gracia lo de emular a su padre, precisamente en dejar la misma huella que dejó su padre en él.
ResponderEliminarMuy bien visto.
EliminarY ya sabes: "Todos confinados, menos finados".
Un abrazo.