Tuvo la Tierra un deseo original
íntimo impulso de la geología de crear Vida.
A ese gusto primigenio, unos le llaman Dios,
o Naturaleza o incluso Destino.
Entre las diversas vidas que creó,
tuvo una preferencia por la dotada de palabra
un ser vivo que pudiera dar nombre a su creadora.
¿Cómo podemos callar entonces?
Vivir y no ejercitar la sagrada palabra
sería una bofetada al deseo de la Madre.
La palabra "amor" refleja en este contexto,
el deseo original de la Roca,
la entrega total del barro al objeto de su amor.
Pesa sobre la Humanidad una contrapartida
la fugacidad de nuestra existencia.
La palabra "muerte" se refiere a la mudez,
a la falta de fuerzas del individuo para decir
a no poder ni tan siquiera expresar la palabra "amor".
Sabemos que la Vida como deseo del Mundo
continúa de forma eterna tras la muerte del individuo.
Y la palabra "amor" dicha por la Tierra
sigue creando Vida con lenguaje,
una que es capaz de nombrarla.
Una maravilla de descripción, Julio. Me ha gustado mucho y poco podría decir sin empañar tu obra.
ResponderEliminarUn beso.
Olé.
EliminarBesos.
Redondo poema, me gustó mucho.
ResponderEliminar¡Me alegra tanto leerlo!
EliminarEl lenguaje, el escrito a veces tan complicado lo dominas bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sorprendente
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