miércoles, 1 de enero de 2020

Dispersión


Aquí describo el estado de las cosas
y mi dispersión.
Un constante nerviosismo ingobernable,
autónomo y externo, me maneja.
Mil dioses creados se reparten mis ojos,
pujan por mi tiempo.
Su cohete es germen de la desbandada.
Mil soles prometiendo broncear mi piel,
música de acordes disonantes.
Como proyectiles agujerean la atención.
Una aurora boreal de luces enanas,
minúscula y artificial, me ciega.
Momentos de gozo anuncio, de cero amor,
anti-milagros instantáneos.
Caigo en el foso con el virus del embobamiento.
Excesos extenuantes de éxtasis de cartón,
desocupación desapasionada.
Su aguja es mi martirio inhumano en la vigilia. 

Aquí empieza el poema del desamor
y de la dispersión.
Amigo de todos y de ninguno,
asesino del niño que intuyo fui.
Implacable con mis defectos
frustrado e imposible de encontrar la paz.
Mil personajes en mi teatro,
todos son yo mismo y ya no sé quien soy.
Cada tipo busca su camino
cada cual que me habita es un centro.
El vértigo resulta de tantas perspectivas.
Me he educado, con el tiempo
en la inmediatez de la diversidad.
Abandono cansado el poema
por tanta disputa sin gracia.
Adiós digo sin ganas, me voy con mil heridas,
las palabras de mis versos
son la sangre que pierdo por ellas.

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