La potencia femenina del ángel
–dada la ambigüedad de estos seres–
suplica en su viaje a un ente superior
obtener una metáfora musical,
capaz de representar su íntima belleza.
No para guardar lo que en vida creyó amar
(un plateado presente entre estrellas).
ni para recordar un concentrado de placer,
sino más bien como la forma de resolver
la ecuación de un mandato personal,
estrategia milenaria y sal de la supervivencia.
Un recorrido para romper el vínculo protector
que recubre la misiva de la sangre
y para destruir la contraseña del demonio
que habita en el sexo, aceptando incluso,
por la fuerza que posee la muerte,
el mareo proporcionado por la singladura.
Unos versos con un ritmo palpitante
para los que fue nacida ángel-mujer,
para navegarlos y cabalgarlos, en busca
de su etérea esencia personal,
entre un fuego del sur, que atormenta.
Es bonito buscar la etérea esencia personal.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, es una alegría leerte.
EliminarBesos, mi luz azzul.