Un viaje para desmitificar el trueno.
Ruido de millones de personas,
a diario por aceras de codicia,
avenidas de poder, o rincones de lujuria.
Ese aire comprimido es para al ángel
la representación de la fealdad.
Conglomerado de melodías discordantes,
imperfectas, parciales y muy humanas.
Quiere adaptarlo a la sinfonía del amor,
ahora que es tiempo y hay tiempo.
Música liberada de la tensión diaria
de la necesidad de llegar a ser alguien,
del gusto por vencer en guerras particulares.
Canto para escuchar con atención
aliviados de la depresiva pira funeraria
en donde termina toda vida sin espíritu.
Por eso el ángel se aplica en mostrar
el instante único del amor verdadero
y de la unión más allá de la carne,
y en sus idas y venidas se va burlando,
de tanto afán como demuestran
los ejércitos de la ansiedad humana.
Es una alegría tener alas así.
ResponderEliminarBesos.