DEL ÁNGEL DE SOL
Una sombra de tarde, la luz mata.
Vienes, ángel de sol, a mi ventana.
Una nube negruzca e inhumana
que a mi duende sofoca, te delata.
Tu indiferencia, siempre me remata
con su brillo sin fin de luz malsana.
Tu volar es herida que pus mana,
tu mirada, cadena de oro y plata.
No bailes para mí tus danzas vivas
del amor, delicado movimiento
para almas de poetas más lascivas.
Pues la mía, quizás con sentimiento
de pudor, las palabras bien cautivas
guarda, en señal de triste abatimiento.
DE LA NO-LIGIÓN
Aquella expulsión del paraíso,
qué gran favor (inmenso regalo)
nos hizo responsables del camino
y libres de odiar y amar a gusto.
Como niños jugamos al principio
inventando un dios justiciero
en el sangriento juego de la guerra
con ilusorios momentos heroicos.
Como jóvenes construíamos iglesias
para la práctica moral y cultural
llamando hermanos a los creyentes
y viendo como extranjeros al resto.
Como adultos blasfemamos
tristes por los sueños perdidos
olvidando dioses e infiernos
sin deseo de perdón ni identidad.
Así la vida tras la muerte quedó
como verso simbólico en poema
y nos hizo corderos bajo fino yugo,
el del matiz de los eternos miedos.
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