En un lugar cerrado y con aforo
a la mitad, habrá que recitar
con mascarilla blanca y sin gritar,
el poema del virus sin decoro.
Cuya infecciosa carga viral temen
el marqués en su cama con dosel,
la querida del rey ladrón e infiel
y el pueblo abandonado al duro germen.
Bajito lo diré pero muy claro;
la gente ya no aguanta más bobadas
ni de Borbones, ni del negro clero.
Siempre a los mismos les vienen mal dadas
sean los virus, como el aguacero.
Vienen, las rojas iras desatadas.
Ojo que no es traidor, y llegan esas iras.
ResponderEliminarEs cierto que ya se vislumbran esas iras; demasiadas cosas conteniendo…
ResponderEliminarUn poema cual arenga que vaticina…
Un placer leerte, Julio.
Abrazos, y feliz día.
Un abrazo. Aunque pienso que esto más que placer debe dar intranquilidad.
EliminarDesatadas iras y hambre viene.
ResponderEliminarBesos.
Preocupante.
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