Lloras, viejo que piensas en la muerte.
Ella siempre será tu enorme cuelgue.
Solo sueñas en no besar su beso.
Ya indiferente a todo incluso al sexo
y aunque lo niegas crees en el alma
que todo transcurrió, a cara de perro.
Mira, joven que vives como un perro
tarde o temprano toca ver la muerte
de alguien cercano, y marca tanto el alma
que no hay rollo más chungo que ese cuelgue.
Pierde gracia la vida y hasta el sexo.
La soledad recuerda al muerto beso.
Tío deja en paz todo aquel mal beso
folla y descansa al sol como mi perro
no pierdas ocasión de hacer el sexo
y olvídate del día de tu muerte
que la vida siempre es el mejor cuelgue
y el roce de dos pieles sana el alma.
Oye chico, yo amé con toda el alma
todo lo que sentí desde aquel beso
fue un amor de verdad, no un simple cuelgue.
Siempre odié compararme con un perro
y no ver la llegada de la muerte.
También sentí el amor mejor que el sexo.
Oye abuelo, jamás amor sin sexo.
Que tu chica se fue me parte el alma
pero mejor vivir sin ver la muerte
que el próximo será el más lindo beso
y amar como ama al amo su fiel perro
eso sí que es un buen y chulo cuelgue.
El día que sin sed todo te cuelgue
observando sin gran valor el sexo
diciéndote qué malas pulgas, perro,
tiene tu requemada y cansada alma.
No querrás saber nada de algún beso,
triste desearás el ver la muerte.
Menudo cuelgue viejo con la muerte
que es el sexo mejor que un sutil beso
y nunca un perro te partirá el alma.
La vida, vista desde diversas edades, era eso, nada más. Una montaña rusa de recuerdos, vivencias, y trayectos.
ResponderEliminarUn abrazo
Así es, sin duda.
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