Un pobre jubilado del montón
escuchó las noticias con asombro:
«El bosque reducido a polvo y escombro
por un clima cambiado y sin razón».
La ansiedad se instaló en su corazón
al sentirse culpable de los grados
de aumento de calor en verdes prados
pues aún come carne y va en avión.
Eso pronto lo harán solo los chinos,
le dice su mujer ecologista,
son fábrica mundial de humos finos,
contaminan de forma jamás vista,
culpan a Europa, o a los filipinos,
y en la ONU van de guay y pacifista.
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