Es la cara del Arte, rostro condescendiente
que apenas controla su desproporcionada
y radical fuerza viva. Vedla, como se mira el techo
de una cueva pintada de bisontes
con el temor y el miedo a su eco, fuerza y peso.
No esperéis sanación con su presencia
ni provecho en la ofrenda del dolor.
Pues para el humano, ya sin Dios, sin alma,
es tragedia percibir la llamada
de las apariencias vivas y creerlas en verdad.
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