De adolescente soñó ser un eros-chef
con todas las visitas sentadas a la mesa
ahítas y satisfechas.
En la vejez escribe poemas
sobre audacias juveniles
olvidando frustraciones y fracasos.
Al despertar de los sueños
la realidad es la peor pesadilla,
pero la belleza y la bondad
cruzan el lago de sus poemas
con un imaginado barquero amable.
La amabilidad siempre es de agradecer.
ResponderEliminarBesos.
Como la de las amapolas, tristes pero amistosas.
EliminarBesos.
Un aplauso para ese barquero amable.
ResponderEliminarHola, Julio, cuanto tiempo. Un abrazo.
Un aplauso para tu visita.
EliminarA estas edades el tiempo vuela.
Otro abrazo.