La magia de un buen cuadro
es paralizar la luz y atrapar en una imagen,
aquello que anda a la fuga y al límite de velocidad.
La belleza de la música, acaparar el sonido
del latir de corazones emocionados.
En todo lugar que fue habitado
permanecen ínfimos ecos de besos y abrazos,
de ronroneos de mascotas acariciadas,
de ira rebelde contra el mundo y el tiempo
del lento recorrido de las lágrimas de mil sollozos
y de promesas de venganza junto a las de amor eterno.
El oído atento del músico recoge esos ecos
y los junta y ordena con sabiduría
congelando en su partitura la magia del lugar.
Mil momentos, mil historias y una melodía.
Ojo al dato. Una interpretación de memoria y rozando la perfección. Han atrapado los veintitrés la esencia de esta composición.
ResponderEliminarQué maravilla de interpretación, Julio. Para escucharla con los ojos cerrados y dejarse ir.
ResponderEliminarY el poema, sinceramente, es delicioso. Entero, pero la primera estrofa me parece magnífica.
Un beso.
Me alegra que lo disfrutaras. Pero mucho más me alegra que lo comentes. Muchas gracias.
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