En el lento despertar al mundo de la infancia
o en la continua batalla de la juventud.
En la tarde sin viento de la paciente araña
o en la desvelada obscuridad de la vejez.
Todo es transcendencia imaginada
y nada es exacto a nuestra intuición.
El traje sastre de las cosas estalla
porque no sabemos ver la verdad.
En el cielo norte de nuestro camino
o en el fuego sur de la pasión.
En el viento este de nuestras lecturas
o en lago occidente de la vecindad.
Todo es símbolo lleno de sentido
y nada es exacto a nuestro significar,
el poema lírico de la sangre se derrite
porque ignoramos el lenguaje de Dios.
Hemos de aceptar que nuestros ojos estaban cerrados, para empezar a despertar…
ResponderEliminarQué buena vacuna, esa de las letras… como las tuyas.
Abrazos y feliz día, Julio.
Gracias. Abrazos ¡Ay, quién pudiera...!
EliminarEstoy de acuerdo contigo en lo que dices ¿realismo poético?
ResponderEliminarLo real y lo verdadero, las cosas (reales) y la emoción (verdad personal). El poema como puente entre ambas orillas.
EliminarUn abrazo. Me alegró mucho saber que ya paseas un ratito.
Bueno, aquí hay mucho para reflexionar, y no sólo lírica .
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Me alegró tanto leerte. Buena señal.
EliminarAbracísimo...
Hola, me gusta mucho el título y lo que representa. Realmente, como metáfora, la vacuna de las letras sería un buen antídoto ante muchas realidades y espejismos al mismo tiempo.
ResponderEliminarBonitos contrastes, y en todos los sentidos de la orientación y puntos cardinales.
Un saludo
Me alegra enormemente tu lectura.
EliminarUn abrazo virtual.
Pero aunque no sepamos ver la realidad no debemos de dejar de seguir lo que creemos que es nuestra verdad.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Julio, y creo que tiene infinitas lecturas.
Un beso.
Eres muy generosa. Me hace mucho bien tu comentario. Gracias.
EliminarBesos.