sábado, 24 de marzo de 2018

HACER LA FLOR





Es un árbol oscuro
Tiene algo de recuerdo amargo
por una ausencia prematura
Un nido o una ardilla quizás
Se ha hecho imponente
superando aquella adversidad
–mancha para siempre–
falta continua y presente
Vuelos o perros que se acercan
le traen el resquemor de nuevo
Imposible dominarlo

Es un árbol agitado
Tiene algo de vergüenza interna
–ramas crecidas con rabia–
que quieren negarlo todo
y son constatación del llanto
Penitencia de vida y duelo
vigilia constante y añoranza

Es un árbol florecido
Tienen sus flores aroma extraño
a negación del dolor seco
a humedad desdoblada del abono
a lo puro alejado de la podredumbre
a lo etéreo enemigo de lo mineral
Huye el alma del árbol hacia el cielo
y se fuga de su penosa prisión

Es un árbol atípico
Tiene las flores como sistema
de curación por desdoblamiento
Parte su espíritu en dos mitades
–la triste queda a flor de hoja–
la otra es esencia y perfume
que vuela libre hacia las nubes
como algunos poemas o canciones 

4 comentarios:

  1. ¡Qué maravilla de poema!
    Deberíamos tener al árbol como ejemplo de mansedumbre, de tirar para arriba buscando la luz, de no olvidar nuestras raíces, de servicio a los demás...
    Besos POETA

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  2. Árbol que se me asemeja a metáfora de la vida. Esa dualidad entre el dolor y la felicidad. Un abrazo. carlos

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