miércoles, 7 de marzo de 2018

EMPEZANDO EL CUENTO

La historia trata sobre un conocido que está pasando una mala época. Bueno para ser claros no le he conocido jamás una buena. Rebosa rabia, todo le parece fatal pero a la vez se culpa a sí mismo. Está envuelto en una tormenta perfecta de culpa, dolor y rabia. 
Este fin de semana hemos hablado y le he encontrado mucho mejor. Me ha comentado que está leyendo un libro extraño, "el collar de la paloma" de Ibn Hazm de Córdoba, escrito en Játiva en el año 1022. Mientras me lo contaba yo me he reído por dentro y me he tenido que morder la lengua para que no se notara. Pues no me ha recitado el tío un poemita ridículo como ejemplo de lo curativa que le resulta la poesía.

Reproches y quejas por injusticias
vinieron de quien era a la vez fiscal, juez y defensor.
Se quejaba de lo que sentía, sin que nadie,
más que aquel de quien se quejaba, supiera lo que quería decir.

Pues vale, tío, si así te quitas de encima esos traumas y la manía de culparte a ti mismo de lo que te sucedió hace tiempo atrás y te dejó tan marcado, pues mejor.

Ahora entenderéis mejor mi poema:

PRELUDIO

He leído en su mirada
–en esta mañana fría de marzo–
que algo sucedido en el invierno
marcó su existencia para siempre

Me confiesa entonces el odio
abundante a su propio ser
y su proyección imparable
sobre todo lo que habita el mundo

Es su mente una fábrica en marcha
que a menudo esconde tras la sonrisa
Otras la disimula o enmascara
mas el stock de su ira inunda mercados

Es su odio inevitable

Pero algo ha sucedido en invierno
–punto de esperanza en gris mirada–
visita su memoria de forma recurrente 
para añadir emoción y brillo

Ha leído un poema adolescente
–fuente de consuelo y sabiduría–
ha sido fácil de memorizar entero
era la pieza final de su rompecabezas

Medicina para el mal de odio
mata síntomas sin efectos secundarios
hace descansar del desasosiego
y cubre el rosto de la tragedia


La respuesta que pensaba que no existía

2 comentarios:

  1. Yo también creo que "El collar de la paloma" sirve para serenar el alma, aunque eso no es transferible, depende del que se acerca a beber de él, como de cualquier otro poema.

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