Solo unas pocas gotas
distantes entre ellas
mientras el último rayo
de un sol invernal
se debilita sin resistencia
Llega la noche al árbol
Sin luna y nublado
El tiempo ideal
para quien ama la soledad
Como este árbol envejecido
al que el diario contacto
con el agresivo mundo
crea múltiples arrugas
en su geográfica corteza
Una vez asegurado
de la nula presencia animal
el árbol canta y baila
Las dos cosas que le salvan
y permiten que siga creciendo
Ya sé que no me crees hermano
Desconoces que soy el lobo
afín al viento suave del ocaso
Poseedor de la sabiduría
que habita la madera terrestre
y lo veo todo sin ser visto
Canta a un amor perdido
bailando con pasos microscópicos
la melodía del humo de huesos
Y mientras suena no florece
y mientras canta no sufre
Porque el pobre árbol
padece la enfermedad del abandono
que solo cura la buena música
o al menos si no cura suaviza
Llega la aurora al árbol
sin nubes ni viento
El tiempo ideal
para madurar el fruto
Solo unas pocas notas
distantes entre ellas
mientras el último acorde
en un ambiguo sol menor
se debilita entre graznidos
El árbol es más parecido al género humao, más de lo que arece.
ResponderEliminarPoseen un saber estar envidiable. Los árboles me refiero.
EliminarQué bonito poema.
ResponderEliminarTe felicito .
Besos.
Si tan roja fresca y lozana
Eliminaren tus comentarios luces
¿por qué en tus entradas
un alma en pena pareces?
Besos.
Muy hermoso, profundo y simbólico, así como tus últimos poemas. Abrazo.
ResponderEliminar(Muy certera la respuesta para Amapola)
Muchísimas gracias. Lo aprecio de verdad.
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