El poeta mira al mar, sin ver velas, sin ver olas. El poeta mira al mar como el ciego que imagina Dioses, guerras y Odiseas. El poeta mira al mar como si viera el lenguaje, madre de todos los versos pescados y por pescar.
Todos los poemas, todos, todas las novelas, todas, nadando el azul lenguaje, el poeta ve en el mar. Miedos, sangres y trabajos para niños que se ríen, el poeta ve en el mar. El desdén por lo fugaz, el poeta ve en el mar.
La fugacidad es por definición lo que no permanece y la obra de arte tiene vocación de permanencia. Lo superficial, lo dividido para simplificar, lo lineal y de una sola cara, es siempre artificio humano sin posibilidad de emular la vida, lo que la vida es. La obra de arte huye del sentido y la coherencia. El artista no sabe explicar su paranoia amable, pero sí conoce que de las múltiples imágenes del juego de los espejos, sólo una en verdad siente.
El poeta suele tener una mirada distinta, la mirada de quien sueña con los ojos abiertos y ve otras realidades. Besos
ResponderEliminarMuchas gracias por comentar.
EliminarBesos.