En esta oficina triangular
el jefe ocupa el vértice
del pino.
Ella y yo chapoteamos en
el barro.
En el desayuno, el jefe
(piña sin piñones)
la mira y calcula preciso
el peso y las ecuaciones
de las curvas de pecho y
nalga
generatrices de aquel lado
del triángulo.
Almuerzo solo con ella.
Exclusivamente le miro a
los ojos.
Leo en su mirada un vacío
que succiona
cualquier emoción,
cualquier palabra.
La incógnita para mí
sigue siendo
conocer la muerta pasión
que lo ha creado.
Este lado es más
incógnita que certeza.
Ella se comporta como un
anuncio
de lencería, de salvaje
sexo.
Yo la veo como un árbol
seco de raíz
a causa de un radical
desengaño.
Resumiendo el teorema.
Lo que en verdad sea como
ser humano,
la geometría no lo puede
determinar.
Estas matemáticas sí que me gustan.
ResponderEliminarLa palabra y el número son esencia de lenguaje.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario.
El cálculo del triángulo no da exacta la cifra del corazón de ella.
ResponderEliminarPan-psiquismo puro.
EliminarBesos.