Al espíritu, la Muerte le quitó la ceguera. Deslió la venda, y allí el Ángel fue, porque vio. Encerrado en vida, resucitó a la libertad, porque supo de la esencial eternidad del espíritu sin peso físico, sin identidad.
La física del espíritu, la metafísica, tiene sus propias leyes, la Tierra las desconoce incluso más que a las de la física de la materia. La poética del espíritu aborrece a la experiencia individual. Allí la Poesía existe, pero no lo hacen la belleza, la lógica, la justicia ni la bondad.
Toda la música del espíritu es festiva, de celebración y no de delirio. Es alabanza auténtica que no pide ayuda ni solicita perdón. Porque el Ángel, ve y sabe que la realidad es delirio humano y que la verdad es esencia incomprensible para mentes que solo aprecian las apariencias.
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