Desde las galaxias en la lejanía
se percibe el azulado resplandor
producto de millones de ángeles
vibrando sobre el planeta Tierra.
En la espiritual longitud de onda
no brilla el sol, la luna, las estrellas,
pero nuestra casa es envidiada
por toda vida posible o probable.
Desde remotos tiempos infantiles
percibió el caminante su misión
ley no escrita pero rígida y constante
fruto de sus genes y su biografía.
En la paz de los ocasos veraniegos
con la fealdad del cuerpo suavizada
el temor despierta, animal hambriento,
a no sentir más, la paz del entusiasmo
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