Inquieto busco leer el título del libro.
Pero ella con involuntarios gestos
oculta la fuente de sus carcajadas.
El dolor y la muerte
presos en el saco verde.
Recuerdo el tesoro del mirar de niño.
Si uso ese ojo, crece la hierba interna.
Si no lo hago, todo en mí se seca y arde.
Llantos y risas sopesados
llevan el fiel al centro.
Soy marinero que no aprendió a nadar.
Las personas y sus palabras son mi mar.
Navego sin rumbo, soñando un puerto.
Beso, abrazo, palabra y gesto
fuente y pozo del desaliento.
Todos atados a la invisible rueda.
Uno tras otro chocan nuestros cuerpos
con la triste y dura roca de lo real.
Resucitamos. A la imaginada
y creativa, nueva sensibilidad.
Pero lo real, aunque dura roca también puede ser bello.
ResponderEliminarBesos.
Excelente comentario. Muchas gracias.
EliminarYo creo que el poema busca encapsular lo atroz de la vida cotidiana en vidrios de belleza. Para hacerlo inocuo. Para servir de amparo y no de escondite.
Besos.
Buen poema , gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUn placer.
EliminarEsa nueva sensibilidad parece un cobijo.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Es cobijo pero no escondite.
EliminarMe alegro que lo digas.