la llamada que envejece
parece grito en la nada
despojada de sentido
latido es ya que no canta
le espanta la mucha vida
partida con prisa tanta
el vuelo que no se lanza
panza gana sin ver cielo
suelo es su miedo constante
y ardiente que le condena
pena siente por su vida
ida y presa en la alacena
querer de FUEGO
ven a jugar con barro y risas
juegos del niño
fuegos sin llamas sin muerte alguna
infantil prisa por feliz siesta
la ensoñación
pasión sin LUNA
un mal follar sin esperanza
juegos de adulto
cosas sin alma sin vida alguna
infeliz prisa torpe caricia
sin emoción
La última estrofa es especialmente devastadora.
ResponderEliminarBuen poema.
Recuerdo la llamada y el vuelo de tu otro blog.
Besos.
Vivimos entre lunas, unas más positivas que otras, que a veces incluso llegan a tapar el fuego de la vida.
EliminarBesos.
Pienso igual que Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy buen poema.
Ya somos tres.
EliminarUn abrazo.
Quiero pensar que en la última estrofa habrá honrosas excepciones, si no... sería tremendo.
ResponderEliminarLas estrofas quieren ser los límites del asunto. La vida transcurre entre límites. No se puede ser constantemente fuego infantil ni llamada de inmaculada perfección. Ni tampoco vuelo ni negra luna. Un poco de todo.
EliminarGracias y un abrazo.