Yo soy esta plaza del Mercado.
También el ciego que la cruza
olisqueando el día de la semana
entre flores y pescadería.
Algún rato pienso claro y lunes.
Sin pescado, solo huele a flores.
Mucho de mi tiempo es confuso y martes
mezcla de flor madura y pescado fresco.
Pudriendo el género avanzo.
Cada vez lo floral más cadáver,
cada día más llamadas a la nariz
por la muerte de pétalos y lenguados.
También hay viernes en mi vida.
Reponen los estantes con aromas bellos.
Yo renuncio a los recuerdos canallas
y brindo en un bar cercano con los vivos.
No me gusto en los domingos.
Yo y la plaza del Mercado inodoros,
solos yo y los sones de un crucificado.
Sin olor, sin vida presente ni futura.
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