Soplan vientos helados y me traen miedo al posible daño que otros puedan hacerme. Por temor al rechazo nunca me arriesgo ni al abrazo ni a la empatía, pero las llamadas del deseo superan siempre al gemido del temido huracán, así que persigo miradas mientras beso y acaricio sutiles máscaras fantasmales. Bien es cierto que como persona estoy siempre solo frente a la página en blanco y un aura de ansiedad me rodea. Nacen así mis textos de desamor que ensucian con su lírica sentimental la cuartilla. Pero, más pronto que tarde, el rechazo a mis ideas me llega al oído y me hace descubrir la inclemencia de la vida en sociedad, a menudo corruptora de lirios y de rosas.
Me encanta esta entrada. He empatizando bastante.
ResponderEliminarGracias, que TotooGod (dios de los tatuadores) te lo pague.
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