Revuelto nuestro patio de vecinos, cambiantes nuestras cosas más queridas. A merced de los vientos mortecinos volaron las verdades asumidas. Hartos de mil preceptos tan cansinos, unidos por sumar fuerzas unidas. Gigantes ser quizás y no cominos para ganar alguna vez partidas. Gritamos enseñando los caninos: «Del vivir se cerraron las salidas, el instinto nos hizo ser felinos, se murieron las almas convencidas.»
A causa de su ausente compasión,
empujados a la revolución.
Asumir una verdad es un acto de valentía y más valentía aún cuando tenemos que enfrentarnos a los vientos mortecinos.
ResponderEliminarUn abrazo
Indudable.
EliminarUn abrazo.