Todos los ángeles son buenos, hasta el mío.
Busco en el lenguaje la sombra de su belleza
burlo el afán de prisionero ansioso
y no dudó en despertar a mi pura verdad.
Para dar corazón a lo inerte
acepto el mareo de la singladura
despisto al hipócrita, incito al vampiro
y baño de líquida verdad la dura piedra.
Al cabo, para ser nota mínima
en la inmensa sinfonía de la vida
salto al espacio-tiempo de los ángeles.
Siempre genial y creativo aún en la distancia donde habitan los sueños y los payasos son poetas como dos enamorados con zapatones nuevos.
ResponderEliminarUn beso a la luna del poeta.
Gracias. Tú que me lees siempre con cariño benevolente. Un beso, María.
Eliminar