Es un toro el sol
y me prende desprevenido.
El brillo de su piel ilumina
el charco de esperanza,
único refresco en días desérticos.
El sol muge herido
y yo poeta empitonado escribo.
Cuando atiende a mi engaño
encelo su viva potencia
y mi escritura es arte del amor.
Siempre llega su noche.
Solo me queda torear de salón
recordando la fuerza de su mirada.
Buen empitonamiento poético. Saludos. Carlos
ResponderEliminarUn saludo. Julio
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