jueves, 24 de marzo de 2022

Ciudad de la apariencia.

 


I


Roma, Epifanía del artificio humano.

Suntuosas tumbas a miles,

otras tantas estatuas de soberbia

de quien ya no es nada.

Se pensaban algo y acabaron pidiendo

la limosna de un selfie.

Vapor de fe basada en superstición,

artificial creencia, es

lo más sólido a encontrar en el templo.

Nadie grave ni elegante les atiende 

son una atracción de un parque de ocio

con pésimo servicio de mantenimiento.



II 


Roma, cuerpo humano artificial,

grande, viejo y sucio.

rebosan sus arterias del colesterol

de la impaciencia y el desprecio.

Sin lugar para el paseante caritativo,

sin tiempo para su sonrisa.

En recónditos paraísos de su anatomía

se alberga la imaginación

y la potencia simbólica del arte 

con obras que son respuestas a:

¿Qué es la vida humana sin poesía?

¿Qué es la muerte sin Paraíso?

Allí formas, músicas y palabras

son medicina y consuelo.



III 


El pino en Roma junto a la ruina 

un superior artificio por natural 

y otro inferior por humano.

Muere el árbol y su podredumbre

abona el terreno para renacer.

La ruina del antiguo esplendor

sólo excita la imaginación

de algún tardo-romantico.



IV 


En ruinas también el Café de Vía Véneto.

La "dolce vita", amarga para muchos,

es hoy, roto sueño de felicidad aparente.

Ahora en esta decadencia de lo exclusivo

para un espíritu hambriento

la buena vida se encuentra

en las herramientas, que bien usadas, 

permiten vivir el propio sueño 

olvidando las apariencias.















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