Los jóvenes no envidian a los dioses
ni a sus mentes procaces ni a sus cuerpos
–Pasan días libando dulces besos–
Los ven viejos leyendo rotos libros
en montes azotados por los vientos
aburridos y muertos entre versos
Los poetas reviven en sus versos
las señales escritas por los dioses
que les llegan difusas con los vientos
y las sienten corriendo por sus cuerpos
y las ponen escritas en sus libros
para que los amantes sueñen besos
Que no hay nada mejor que dos mil besos
vengan o no traídos por los versos
Los jóvenes diciendo: "hoy no más libros"
y juntos a sentirse como dioses
todo el día gozando de sus cuerpos
a resguardo de los malvados vientos
A menudo llevados por los vientos
de la vida añorando tiernos besos
y escuchando gritar sus tersos cuerpos
Tristes como llantos de malos versos;
"un notable" le piden a los dioses
dispuestos ya a estudiar todos los libros
Leyendo y estudiando enormes libros
todos lanzan suspiros como vientos
Sus sillas son la cárcel de los dioses
concentrados alejan viejos besos
de su mente olvidando locos versos
un tormento del alma y de sus cuerpos
Ellos y ellas sueltan nerviosos cuerpos
una vez aprendidos bien los libros.
De noche sus miradas son los versos
que recitan rimando suaves vientos
Acariciando al fin soñados besos
y de nuevo envidiados por los dioses
Vedlos dioses gozando con sus cuerpos
con los besos pasando al fin de libros
y de vientos que inspiran estos versos
Todos fuimos jóvenes alguna vez.
ResponderEliminarEspéralos a la vuelta de la esquina, cuando se vuelvan mayores.
Mañana como aquel que dice.
Eliminar