DOS YOES DOS
Así quedó dicho;
En un moderno "Yo-Ello"
habita el "homo-economicus"
que aspira a la bella juventud
busca la admiración envidiosa
y cultiva inconsciente ansiedad.
En un más antiguo "Yo-Tú"
habita el "homo-supraconsciens"
que fortalece el nexo natural
se asombra con los misterios
y sabe ser uno más del Uno.
Ambos aspiran a todo el tiempo
y buscan ser el sagrado templo
donde vivir la gran alienación.
El poeta ama al segundo "Yo".
DE FLOR AZUL A ROJO MAR
De concentrar todo pensamiento
nace la flor azul que es vibrante caos
germen del arte y vector de formación
de una universal imaginación extrema.
Luego esa flor azul repliega pétalos
rememorando imposibles infantiles
para hacerse vivo polvo azul celeste
madre del universo de los duendes.
Madre-matrona de dioses menores
multiplicados en olas desorganizadas
de guerreros nobles o héroes egoístas
cuyas batallas traen un mar sangriento.
Un potente actor aplaca las olas rojas
hace evidente la pasión por razonar
y con arte precipita medias verdades
en un punto floral de caótica luz azul.
(y vuelta a empezar)
Arte, consuelo en el desierto
por su abrazo gime el desterrado.
Amanecer de nuevos mundos
hijos de metáforas que procrean.
Cara a la blanca paradoja diaria
por sus caminos lidera el poeta
pintando puentes con palabras
vadeando flujos de ira y de envidia.
Canción de una Tierra renacida
bajo un caballo que salta el gris muro,
galopando descontrolado y loco
hacia el éxtasis de la desnuda belleza.
Liberado de la prisión del ego
y desnudo del traje del deseo,
nado mares de mística alegría.
El "yo poético" recuerda con tristeza los ocasos de la niñez en los que solo con tener amigos con los que jugar ya había iluminación suficiente. Luego, el juego se prolongaba en la imaginación al acostarse impidiendo a menudo conciliar el sueño. Era entonces un teatro donde las batallas más cruentas y los compañeros con su irracional osadía, borraban el panorama de la soledad nocturna.
Juego, infinita luz en la niñez,
por su recuerdo solloza el viejo.
Tardes eternas, luchas sin sangre,
amigos valerosos, muerta soledad.
El "yo poético" rememora, cómo en su juventud vivió de dos formas opuestas a la familia. A veces la usaba como protección y lugar de reposo en sus batallas con el mundo y el amor, y otras veces la sentía como una cárcel desde la que era necesario escapar.
Familia, cueva y cárcel del joven,
dolor en las noches del anciano.
Miradas rotas, una emoción rebelde,
horas quemadas, pasiones muertas.
El "yo poético" desde el otoño de su vida, revisa antiguas fotografías mientras canta una canción desesperada, que sabe que no servirá de aviso para oyentes sordos a su propio futuro, ni tampoco de terapia para su creciente melancolía.
Rostros en fotos, hablan sin palabras,
sesión de terapia destructiva del canto.
Solo lágrimas tras su música muda,
sutiles notas de un triste ocaso otoñal.
LOS POETAS POST_PANDE
Los poetas post-pande guardan
un secreto deseo de ficción comunicada.
Un pequeño sinsentido en seres tan avanzados
reflejo de viejas ansias de progresar a toda costa.
Todos los neo-inteligentes sufren
en su identidad, un delicado recorte.
Porosidad impropia en nodos de límite concreto,
vaho en sus arquitecturas y minúscula imperfección.
Si les preguntáis por la poesía
hablarán con vergüenza, de sus bucles y locuras.
Todos los poetas post-pande esconden
una atracción tan prohibida como intensa.
Pensamos «No seremos los más necios
ni jamás mataremos nuestra infancia
ni nos estafarán con tratos sucios».
¡Corderos campeones de inocencia!
Ignorantes de los tremendos precios
de las heridas y de su consciencia.
Ingenuos consumidos por mil vicios,
muñecos de un destino sin clemencia.
Memoria de niñez y su pureza,
malestar por la falta de redaños,
por lo cómodos y por la simpleza
con que fuimos creándonos engaños.
Anhelo de borrar tanta tristeza
con estos versos sobre blancos años.
Juego, infinita luz en la niñez,
por su recuerdo solloza el viejo.
Tardes eternas, luchas sin sangre,
amigos valerosos, muerta soledad.
Familia, cueva y cárcel del joven,
dolor en las noches del anciano.
Miradas rotas, una emoción rebelde,
horas quemadas, pasiones muertas.
Rostros en fotos, hablan sin palabras,
sesión de terapia destructiva del canto.
Solo lágrimas tras su música muda,
sutiles notas de un triste ocaso otoñal.
Al leer tu poema más simbólico
(muerto escritor ya en ángel convertido)
tus metáforas brillan con sentido
nuevo / con propia luz y toque angélico.
Después, en un estado más abúlico,
al escribir ya sin gracia ni oficio
tu recuerdo envenena el artificio
de un verso con dolor muy melancólico.
Nos sangran las palabras por tu muerte,
las símiles, se vuelven más oscuras.
¿Por qué, genio, corriste negra suerte?
Pero…, con alegría en horas duras,
vivo jolgorio nace por leerte
viendo cómo en un ser de luz, perduras.
CICLISMO POÉTICO
Pasea el reino de la fuerza sutil
(como un siervo de artificios automáticos).
Habita la grieta atestada de muertos en vida.
Para no sentir la abrasión del paso del tiempo
muchas veces se recoge en el no lugar
repleto de prisioneros cobardes y monótonos,
indecisos con sus frustraciones a cuestas,
sin curiosidad y con los deseos amputados.
Al preguntarse sobre lo abierto revive las dudas:
¿Existió un ancestral paraíso sin dolor?
¿Existirá el mundo bajo el dios de la UNICIDAD
o el moderno Titán estrangulará su belleza?
TRAGEDIA
Una luz de momento muy escasa poco a poco relumbra al horizonte. Es sol que asciende lento tras el monte de un amanecer que no se retrasa.Tus versos no describen su armonía ni tampoco resaltan el momento. Tu voluntad es darle monumento al virtual espíritu del día. Pero, nubes de muertos agraviados, irascibles por la nueva moral, ponen sombras al texto sin clemencia, dejan tus bellos símiles dañados cubiertos por metáforas del mal y matan tu canción con su presencia.
Atendiendo a la convocatoria de Campirela me permito participar este jueves con el siguiente poema.
Para el reto de verano de GINEBRA elijo la foto siguiente de Imogen Cunningham:
