En el sueño se le aparece la sibila Frigia y le dice, "tu música se resume en una especie de apocalipsis en positivo como el siguiente": Primero verás volar las aguas negras, las que los enfermos producen al sudar. Luego, al posarse sobre tu alma, llenarán los surcos que forman frontera entre los terrenos benignos, libres del mal, y aquellos otros que apestan con olor a presidio. Verán entonces crecer, en los solares saludables de tu espíritu, fuegos fatuos como centelleantes caballos de roja crin. Allí nacerán las islas de la calma, cubiertas por las brasas de tanta hoguera que solo desearán el bien y huir de la ira. Sobre ellas lloverán frutos carnosos con sabor a vino y algas. Marcarán las veletas vientos como ciclones de abrazos y las torres de las iglesias serán escudos de bondad. Y, al fin, unos antiguos alabastros aparecerán por el aire como blancos espejos en los que se condensará el rocío de tu frente con un frescor de mañana primaveral.
Y como consecuencia añade: ¡Crea con ese líquido tu capricho sinfónico!
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